El hechizo de las masas estandariza el comportamiento y la opinión de la gente

Multitud hipnotizada

Las personas se comportan de manera diferente cuando están en grupo. La presión que ejerce la sociedad sobre un individuo lo lleva a abandonar su manera de ser. A menudo, las acciones de las masas son más impulsivas que las de cada uno de sus miembros de manera particular. La multitud absorbe la identidad de sus integrantes y unifica sus conductas. 

Después de la Revolución Francesa, que estalló en 1789, los ciudadanos exigieron sus derechos y libertades. A finales del siglo XIX y comienzos del XX, Francia cursaba el periodo de la Tercera República. Afloraron movimientos que organizaron protestas para reclamar garantías laborales, democracia y límites a quienes tenían el poder. En ese contexto, el abogado Gabriel Tarde ejerció como juez. Su trayectoria de más de 30 años como funcionario judicial despertó su interés por analizar la conducta de los seres humanos y sus impulsos a delinquir cuando están agrupados. Sus estudios ayudaron a consolidar los cimientos de la sociología y la criminología. 

Tarde encontró en sus análisis que los hábitos y las costumbres empiezan por las invenciones novedosas y creativas que llaman la atención de la sociedad. Después viene la imitación y las personas empiezan a repetir nuevos comportamientos a partir de lo que perciben. A menudo obedecen de manera involuntaria, bajo una suerte de hipnosis o sugestión. Las conductas que antes eran extrañas se vuelven parte de lo cotidiano. La comunidad se adapta a ellas hasta que aparece una nueva idea que cambie en las rutinas. 

Ese fenómeno de hipnosis que lleva a la gente a repetir acciones de los demás sin pensarlo es evidente en las multitudes. Las aglomeraciones, según Tarde, son el grupo social más antiguo después de la familia y también reflejan la parte menos civilizada de la humanidad. Pueden desencadenar en muchedumbres, que se caracterizan por ser efímeras, feroces, intransigentes, orgullosas, crueles, descontroladas, de emociones explosivas y se sienten todopoderosas. Requieren contacto físico y esa cercanía facilita que surjan impulsos criminales. Sin embargo, son débiles porque dependen de las condiciones del ambiente y tienen como límite el espacio físico que puedan ocupar. De acuerdo con los estudios de Tarde, las multitudes también trascienden a corporaciones, que son grupos más organizados y estables como la religión, el ejército o el Estado. Cualquier masa se convierte en un cuerpo con múltiples caras y requiere un líder que despierte en sus seguidores un espíritu colectivo que los apasione. 

Después del invento de la imprenta y del fortalecimiento de las libertades de prensa y de expresión que dejó la Revolución Francesa, aumentó el número de lectores. Esto trajo un nuevo tipo de masa que Tarde identificó como públicos, conformados por personas que no necesitan la cercanía física. Sus integrantes pueden estar en diferentes lugares porque comparten una misma forma de pensar nutrida por los textos que leen. En este caso, la hipnosis es a distancia, lo que supone una avance intelectual y social. 

El lazo que une a los individuos tanto en las multitudes como en los públicos son sus semejanzas. Estas dos masas existen ignoran las diferencias entre quienes las conforman. En este sentido, el afecto que estos grupos les ofrecen a sus miembros hace que las personas alineen sus comportamientos y opiniones conforme a lo que hacen y piensan los demás para evitar el aislamiento. 

Referencia 

Trovero, Juan Ignacio. (2016). De multitudes y públicos: la cuestión de las masas en la obra de Gabriel Tarde. IX Jornadas de Sociología de la UNLP. Llevado a cabo los días 5, 6 y 7 de diciembre por el Departamento de Sociología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, Ensenada, Provincia de Buenos Aires, Argentina.

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