El efecto de los ‘billetes vallenatos’

Billetes vallenatos

La serie de Netflix El robo del siglo puso a hablar nuevamente sobre el asalto al Banco de la República de Colombia que ocurrió en Valledupar en octubre de 1994. Ante el boom del momento, la entidad transmitió por su canal de Youtube una conversación al respecto con Gerardo Hernández, actual codirector, que en ese entonces era secretario de la junta directiva.

El saqueo despierta curiosidad porque los ladrones se llevaron 24.000 millones de pesos (casi 33 millones de dólares de la época) sin hacer disparos. El robo fue posible gracias a la complicidad de empleados de la misma institución y de la policía. Ellos debían custodiar este dinero, cuyo destino era cubrir la demanda de efectivo que requería esa región del país en la víspera de diciembre. En aquel tiempo, las transacciones se hacían con billetes o cheques, pues no existían las posibilidades que ofrece la tecnología de hoy para hacer movimientos electrónicos. 

Pero el jefe de seguridad del banco incumplió su misión. Hizo acuerdo con los asaltantes para silenciar las alarmas que se fueran activando a su paso por dentro del edificio. Así, ellos llegaron hasta la bóveda, abrieron un agujero por la puerta auxiliar y se llevaron el botín. 

Lo que vino después fue un problema económico para el país. Lo primero que intentó hacer el Banco de la República fue pedirles a las entidades financieras que detectaran los billetes robados. La tarea no era fácil y los bancos comerciales se quejaron frente a la imposibilidad de cumplir con lo que les pedían, pues implicaba revisar en detalle cada billete que sus clientes intentaran consignar. 

Luego, la estrategia fue restar valor al dinero robado. El Banco de la República dijo que, como aún no se había emitido, lo que se llevaron los asaltantes fueron simples papeles con los que nada se podía comprar en el mercado. Desde entonces se empezó a hablar en el país de los ‘billetes vallenatos’ para referirse a esa plata que ya estaba circulando. Con la advertencia de que no tenía validez, la gente empezó desconfiar de la moneda. Nadie quería recibir billetes con denominaciones de 2.000, 5.000 o 10.000 pesos. 

Apenas habían pasado diez días después del robo y ya se empezaron a notar los efectos que aquellas decisiones podían traer para le economía. Entonces la junta directiva del banco dedicó una extensa reunión para corregir el rumbo. Después de medio día de discusiones, los directivos acogieron un concepto jurídico que buscaba proteger a quienes recibieran ‘billetes vallenatos’. Como en la práctica no era posible identificarlos, la determinación fue cambiarlos. Así, quienes los portaran, podían acercarse al banco, entregarlos y recibir otros que no fueran robados. 

Eso calmó los ánimos, pero trajo problemas con las aseguradoras. Específicamente, las de Londres se negaron en un principio a cubrir el siniestro. Dijeron que el propio banco ocasionó el daño porque les dio valor a unos papeles que, según se dijo inicialmente, no representaban dinero. Sin embargo, los directivos de la entidad viajaron a Londres varias veces hasta que convencieron a las aseguradoras de que reconocieran la pérdida. 

Cuatro años después, el banco logró recoger el 97 por ciento de los billetes robados y puso a circular otros de las mismas denominaciones, pero con diseños diferentes. También se hicieron ajustes en los protocolos de seguridad y en las estructuras de las bóvedas.

 

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