El encuentro agridulce de Livingstone y Stanley en África
![]() |
Ese periodista era idóneo para cumplir aquel cometido. Tenía experiencia como corresponsal en el exterior y en sus textos mostraba habilidades para narrar (Mondragón, 2015). Ahora se enfrentaba al desafío de relatar la más grande historia del periodismo, en caso de que encontrara a Livingstone vivo. Si, por el contrario, comprobaba que estaba muerto, no habría nada para contar (Zanuck’s y King, 1939).
Con esa condición, Stanley empezó su travesía. Viajó en barco desde los Estados Unidos hasta África a comienzos de 1871 (Zanuck’s y King, 1939). Llegó a la costa oriental de ese continente con la idea de encontrar a Livingstone allí, pero no lo logró (Mondragón, 2015). Entonces armó una caravana con nativos y partió hacia el interior del inexplorado territorio africano. Pasó por villas preguntando por el misionero y permaneció meses sin ver seres humanos diferentes a los que lo acompañaban (Zanuck’s y King, 1939).
La meta de encontrar a Livingstone se hacía difícil, pues el clima, el ambiente y las condiciones del terreno poco facilitaron la marcha. Varios caminantes se enfermaron de fiebre y algunos murieron (Mondragón, 2015). Cuando el periodista notó las dificultades de vivir en África, dudó de que Livingstone las hubiera soportado, pero no compartió aquella sospecha con ninguno de sus acompañantes para no desanimarlos (Zanuck’s y King, 1939).
Sin embargo, Stanley estaba dispuesto a seguir con la búsqueda. No quería devolverse de África sin noticias del misionero (Zanuck’s y King, 1939). Finalmente, lo encontró vivo en la aldea Ujiji, en Tanzania (Mondragón, 2015). Al verlo, el reportero solo pudo decir una frase que luego se volvió famosa: “Doctor Livingstone, supongo” (Mueller, 2016). Para ese momento, había pasado casi un año desde cuando el periodista empezó su viaje y ya estaba agotado y con fiebre, después de caminar días y noches enteras (Zanuck’s y King, 1939).
El encuentro entre Stanley y Livingstone fue agridulce. El médico pensó que su visitante había llegado allí por azar. Cuando el reportero le dijo que en realidad lo estaba buscando, el doctor se emocionó porque por un instante creyó que se trataba de la ayuda de algún gobierno para sus labores. Luego sintió decepción al enterarse de que Stanley era el enviado de un periódico que solo quería desmentir una noticia y publicar su versión. El periodista convivió con Livingstone y se envolvió por unos días en la cultura africana (Zanuck’s y King, 1939).
Las semanas pasaron rápido. El reportero regresó a los Estados Unidos y el misionero se quedó en África hasta que murió (Zanuck’s y King, 1939). The New York Herald publicó un reportaje (Mondragón, 2015) en el que Stanley narró su travesía en primera persona y que se volvió un clásico ejemplo del testimonio como género periodístico (Gargurevich, 1982). Los textos describieron a la gente africana, la geografía y el clima de los sitios por donde pasó la expedición (Mondragón, 2015). Durante todo el viaje, el reportero consignó sus memorias en un diario, en el que además registró que aquella historia estaba escrita con la sangre de hombres a cuya muerte él condujo (Zanuck’s y King, 1939).
Referencias
Gargurevich, J. (1982). Géneros periodísticos. Quito, Ecuador: Editorial Belén.
Mondragón, A. (2015). La construcción de un héroe victoriano. Henry Morton Stanley en sus primeros viajes de exploración a África. 1871-1877. Historia 2.0, año V (No. 10), pp. 78-94.
Mueller, J. E. (2016). Stanley before Livingstone. Journalism History, 42 (1), pp. 5-14.
Zanuck’s D.F. (productor). King, H. (director). (1939). Stanley and Livingstone. Estados Unidos: 20th Century Fox. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=ziujp_4B2rk
Comentarios
Publicar un comentario